Amrec

Won Kar Wai. Una plegaria al amor

Won Kar Wai. Una plegaria al amor

El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico. 

Charles Dickens

Es difícil mirar con imparcialidad la octava película del director Won Kar Wai (My Blueberry Nigths) cuando ya tenemos un referente de su filmografía, sobre todo de las dos últimas obras suyas que llegaron a cartelera en Colombia y que son muy recordadas por los espectadores: In The Mood For Love (Deseando Amar – 2000 ) y 2046 (2004), películas que no solo están unidas por el tema, sino por el estilo, que creíamos iba a mantener el director y que repite en el cortometraje The Hand, el cual realiza para Eros, una trilogía de cortometrajes sobre el tema del amor, el erotismo y la sensualidad y que es conformada además por The Dangerous Thread of Things, de Michelangelo Antonioni, seguido de Equilibrium, de Steven  Soderbergh.

The Hand, cuenta la historia de la Srta. Hua (Gong Li) –una prostituta elegante- que mantiene a un gigoló, Zhao (Jianjunn Zhou), y que vive con buenas comodidades gracias a los amantes que la sostienen. Mr. Jin, el dueño de una sastrería (Tin Fung), envía a su aprendiz Zhang (Chang Chen) a la casa de la Srta. Hua, a que le tome las medidas para los nuevos vestidos que quiere encargar; Zhang se enamora perdidamente de la Srta. Hua, y se vuelve su sastre personal. A medida que pasa el tiempo, los amantes de Hua, la abandonan, incluyendo al gigoló, que al verla sin dinero también la deja. Empieza un momento de crisis, en donde ella tiene que dejar su vida de comodidad. Al final vemos a la Srta. Hua acabada por una enfermedad contagiosa, y al aprendiz con su amor incondicional, tratando de proporcionarle una convalecencia menos dura, resistiendo y sufriendo por el amor que nunca fue.

De lejos, The Hand es el mejor de los cortometrajes que componen esta trilogía. En este film Won Kar Wai, nos presenta una bellísima historia ambientada en los años 60`s (como In the Mood for Love y 2046) y que el director maneja a la perfección, no solo en la parte estética, que por cierto ha marcado un estilo único e inconfundible en Wong Kar Wai.

Pero hay que recordar que para llegar a crear y mantener ese estilo que lo ha caracterizado, ese proceso comienza con su debut, veinte años atrás, con la película As Tears Go By (1988), ya que aunque este film no se aleja del cine comercial del momento en Hong Kong, es una película que le abre las puertas como director no solo allí, sino en el resto del mundo. Posteriormente realiza Days Of Being Wild (Días Salvajes 1990), película en la cual ya podemos vislumbrar el talento y la delicadeza que tiene para presentarnos historias contemplativas sobre el amor. Por eso es tan importante esta película, porque es desde ese momento que este director hace un abrebocas de lo que serán posteriormente sus obras más representativas.

Años 90´s

Luego de Days of Being Wild, Kar Wai realiza cuatro años más tarde, Ashes of Time (Cenizas del tiempo – 1994), film que hace un homenaje a las artes marciales, ambientada en la Edad Media y que desvía un poco el rumbo que había iniciado con Días Salvajes. En ese mismo año, en un intervalo de la postproducción de Ashes Of Time, realiza Chungking Express (1994), la cual no puede considerarse como una de sus mejores películas, debido a la superficialidad de los personajes, quienes sobre todo en la primera parte se muestran ridículos, con diálogos y monólogos absurdos que, lejos de la comedia o del drama, generan una barrera argumental, pues están totalmente desprovistos de personalidad, pese a que en la segunda parte del film vemos otra historia de amor-desamor mucho más elaborada, pero que en conjunto y como un todo, está muy por debajo de lo que años más tarde realizaría Won Kar Wai. Fallen Angels (Ángeles Caídos -1995)  no se aleja de los clisés que se vieron en Chungking Express, además de tratar una historia, también muy trillada en Hong Kong, sobre asesinos a sueldo que pueden salvarse de tremendas balaceras, y que con “acción”, entendida aquí como una representación de peleas entre bandidos en donde el protagonista resulta bien librado, mezcla el tema del amor imposible, pero que no llega a desarrollarse cuidadosamente, sino que está muy permeado de una causalidad sin argumentación.

Happy together

Un tango apasionado

Es desde 1997 cuando Won Kar Wai nos muestra todo el potencial que tiene y nos deja absortos y maravillados con su quinto largometraje Happy Together, el cual logra llevarse uno de los dos más importantes premios en Cannes, el muy merecido premio al Mejor Director. Happy Together rompe con los estereotipos de las películas con temáticas homosexuales, que se inclinan por lo obvio –lo físico-. Aquí el director chino no opta por lo externo sino que magistralmente narra la historia de una pareja de homosexuales sin necesidad de ser tan explicito. Won Kar Wai, obviando lo que ya por lo demás está saturado, nos presenta a estos dos personajes en su dilema del amor, en su interioridad, en su cotidianidad, en los recovecos de una relación tormentosa.

Luego vienen In The Mood For Love (Deseando Amar – 2000), 2046 (2004), The Hand (La Mano – 2004) y My Blueberry Nigths (El sabor de la Noche 2007).

Años 60´s

Lo que para mí marca definitivamente el estilo de Won Kar Wai, son sus películas ambientadas en los años 60`s. Es con ellas que él deja un registro único en el cine oriental contemporáneo y hace que en cualquier lugar del mundo se recuerde su nombre como el de un gran director. Estas películas tienen en común el tema ya varias veces mencionado en este artículo, el amor-desamor. Primero viene Days Of Being Wild, y con ella anticipa lo que posteriormente veremos en Deseando Amar y 2046. Dìas Salvajes, muestra una historia más contenida, en donde los personajes no parecen títeres del momento o del azar como en Chungking Express o Fallen Angells. En Días Salvajes hay un trabajo muy concienzudo sobre la interioridad de los personajes. La historia también está ambientada en los años 60`s, pero aquí el tratamiento es muy diferente –sobre todo en la parte estética- a Deseando Amar, 2046 y The Hand

Days Of Being Wild cuenta la historia de Yuddy (Leslie Cheung), un joven que al descubrir que es adoptado, emprende la búsqueda de su verdadera familia. La primera parte de la película se centra en la vida sentimental de Yuddy, quien primero vive un intenso romance con la joven Su Lizhen (Maggie Cheun), a la cual abandona y deja perdidamente enamorada, para empatar otra relación con

Leung Fung (Carina Lau), una bailarina de un Night Club. 

Desde este film vemos a un director interesado por crear historias en donde prime la sensibilidad del ser humano, con sus problemas, contradicciones, sus sueños, anhelos, desengaños. Won Kar Wai, con Days Of Being Wild inicia una trilogía sobre el amor-desamor; sobre una época –los años sesenta-, y empieza a consolidar un estilo argumental y visual que luego acentuará en Deseando Amar, 2046 y La Mano.

No saben las tristezas, que en mi alma han dejado…

La segunda película de la trilogía es In The Mood For Love, que cuenta la historia de la Sra. Su Lizhen Chan (Maggie Cheung) y el Sr.  Chow Mo Wan (Tony Leung), dos personas que son engañadas por sus respectivos esposos y que en el transcurso de ese desengaño inician un romance que se va alimentando, primero, de una necesidad de compañía y de una amistad que ellos establecen en búsqueda de la verdad, pero que termina sumergiéndolos al igual que sus esposos, en otra historia de amor. Todo esto se cuenta entre los años de 1962 a 1966.

La película está llena de detalles, desde la ambientación, el vestuario, las locaciones, la fotografía y la cámara. Los elementos narran constantemente y denotan un ritmo contemplativo. Vuelven los relojes que marcan el tiempo (ya habían aparecido en todas las películas anteriores), pero ahora el tiempo no solo laboral, sino ése que se vuelve impalpable –con las cámaras en ralenti-, o apresurado y hasta desorientador con las elipsis, que muestran varias imágenes que parecen una, y en las que vemos cómo esos momentos se han repetido una y otra vez, lo cual solo lo podemos percibir por el cambio de vestuario de los protagonistas. Las farolas que iluminan las calles que son testigo de los encuentros, a veces casuales y a veces causales, del Sr. Chow y la Sra. Chan, como las que alumbran el callejón adonde ellos independientemente van a comprar comida a los vendedores ambulantes y en donde se empiezan a encontrar, sin que lo hayan previsto; o las de la calle en que se encuentran para pasar inadvertidos de los vecinos y que los ocultan de las miradas inoportunas de aquellos que no entienden lo que está pasando, callecitas en las cuales pasan esos instantes de conversación y de confidencia, y en donde se han protegido varias veces de la lluvia. La cotidianidad de las oficinas en las que trabajan respectivamente el Sr. Chow (el periódico) y la Sra. Chan (la oficina naviera). Y es que irónicamente, la Sra. Chan tiene que hacer de celestina a su jefe cuando contesta las llamadas de la esposa y luego de la amante: es ella la que tiene que atenderlas y decirles lo que el jefe quiere para la noche. Esa lluvia constante, que es repetida en casi todas las películas de Won Kar Wai y en ésta con más énfasis, es persistente y le da una atmósfera más melancólica, más nostálgica, que ayuda a comprender lo que les está pasando al Sr. Chow y la Sra. Chan, porque han tenido que admitir la infidelidad de sus esposos, siendo esto al principio no solo doloroso sino también humillante, aunque con el tiempo ese engaño pasará a segundo plano, pues ellos harán parte de otra infidelidad, sin siquiera haberlo planeado.

Los vemos en el cuarto -2046- del hotel que ha elegido el Sr. Chow, para tener la privacidad que tanto necesitan, en donde se reúnen no solo para escribir una novela de artes marciales -el pretexto inicial- sino para poder desaparecer de las miradas inquisidoras y compartir lo que ya les hace falta –estar el uno en la compañía del otro-, porque ya se extrañan, porque ya se aman, y lo necesitan. 

Son muchos los elementos que se deben mencionar, como los colores rojo y verde –recurrentes en las películas de Won Kar Wai-. Las ventanas abiertas, justificando el movimiento de las cortinas, el vestuario, el humo del cigarrillo, que se expande por el espacio, lentamente, a través de la cámara en ralenti. Los taxis, las calles, la música latina que completa la narración y nos habla de los estados de ánimo y de los sentimientos de los protagonistas; el día, y sobre todo la noche. 

La composición de los encuadres llenos de espejos y de los emplazamientos de una cámara que mira a través de los vidrios. Todos estos elementos forman una amalgama que resulta maravillosa, no solo en su impecable fotografía (Christopher Doyle) y dirección artística (William Chang), sino también, en la parte argumental, porque a través de estos elementos que acompañan la historia de amor entre el Sr. Chow y la Sra. Chan, es que podemos entender cómo son, qué piensan, y por qué actúan de esa manera.

Muy sugestiva la manera como ni siquiera llegamos a ver las respectivas parejas conyugales de Su Lizhen y Chow Mo Wan; se nos presentan siempre de espaldas y en momentos cortos, hasta que desaparecen totalmente de la historia – y nunca llegamos a ver sus rostros. A medida que se va desarrollando la película es que vamos entendiendo, por los propios personajes, cómo es que aquellos pudieron enamorarse de otras personas, tal y como les está pasando a los protagonistas; y es el Sr. Chow el que lo empieza a entender, cuando lo exterioriza en los constantes ensayos que realiza junto a Su Lizhen, tratando de representar la escena de la verdad y la confrontación a sus conyugues -y luego de la separación-, porque ellos ya lo están viviendo, pero finalmente su ética puede más que lo emocional y lo físico.

El final es consecuente con la personalidad de los personajes, y entonces el espectador sabe más de lo que les ha pasado a los personajes cuando se separan y deciden no volverse a ver (para 1966  la Sra. Chan vuelve a vivir en la misma pensión en la que conoció al Sr. Chow, ahora con su hijo; además sabemos que el Sr. Chow vuelve por la misma época, a la misma pensión a averiguar discretamente por ella). Todo esto nos alienta a seguirle la pista a la continuación de In The Mood For Love, cuatro años después, cuando en 2046, podremos saber lo que pasó con el Sr. Chow –sin embargo, aquí la Sra. Chan no aparece sino magnificada en la memoria de Chow Mo Wan.

Los recuerdos son huellas de lágrimas…

En 2046, ya no vemos a un reservado Sr. Chow. Continúa siendo periodista y todavía busca y escribe historias que tengan impacto. Se muda a vivir a la pensión que conoce por medio de una amiga–prostituta-, “Lulù”. Chow, al ir a buscarla, le llama la atención el número de su habitación (2046), y es que este número le recuerda el del cuarto del hotel en donde se reunía con Su Lizhen para buscar privacidad, compartir momentos, y escribir historias de artes marciales.

El nombre de la película, lo justifican al inicio de esta, cuando el narrador cuenta que “un tren misterioso parte regularmente hacia 2046 a recuperar los recuerdos perdidos”. Sin embargo, luego sabremos que este nombre 2046, es el de la historia que el Sr. Chow está escribiendo para el diario en el que trabaja, sobre “gente que busca el amor y arriesga todo por llegar a 2046 “.

Ahora, continúa la historia en el año de 1966, y se va marcando año tras año, cada 24 de diciembre, hasta llegar al año de 1969. Durante esos tres años, el Sr. Chow tendrá numerosas relaciones ocasionales con diferentes mujeres –sobre todo prostitutas-, aunque solo tres mujeres dejarán huella de una u otra manera en él. La primera, es Bai Ling (Zhang Ziyi) una prostituta que vive en el mismo hotel, con la que comienza una relación solo física, pero que sobre todo para ella, se convierte en amor. Sin embargo con el paso del tiempo Chow empieza a perder interés por Bai Ling, principalmente cuando nota que ella está profundamente enamorada de él. 

En 2046 el Sr. Chow es muy diferente al que vimos en In The Mood For Love; ahora es desinhibido, vive para divertirse, se le ve en fiestas y con diferentes mujeres, las toma y las deja a su antojo, solo busca placer, como si estuviera imposibilitado para amar. El amor  ya no tiene cabida en su mundo; tal vez el desengaño de su matrimonio y el haber dejado escapar a Su Lizhen (en In The Mood For Love), lo han marcado para siempre, y solo quiere que los recuerdos pervivan –en ellos tiene amarrado al amor y no lo quiere soltar-. No quiere sufrir, no quiere arriesgarse. Es el recuerdo de un amor imposible el que lo ha vuelto escéptico, ese amor que no pudo ser con Su Lizhen, y que  ha magnificado, porque es inalcanzable y porque está en lo etéreo.

Tempra tu de’ cori ardenti…

Después viene una profunda amistad con la hija mayor del dueño del hotel: Wang Jin Weng (Faye Wong). Ella inspira al Sr. Chow para escribir un capítulo de la novela de ficción 2046. Mo Wan ha sido testigo de la negativa del padre para aceptar el novio japonés de Jin Weng. Entonces empieza a ser cómplice de Wang, recibiendo él las cartas que vienen desde Japón para ella. Mientras se comienza a volver su confidente, se establece un vínculo muy fuerte de amistad, y sin que se lo exprese, vemos a un Sr. Chow embelesado con Jin Weng. Es ella la que mas le recuerda a Su Lizhen, ella no es como las demás mujeres con las que solo obtiene placer, Wang es una mujer recatada, pero que ama a otro hombre. Finalmente Jin Weng vence el temor a su padre, y se va para Japón. Paradójicamente el padre ha cambiado de opinión, y ante un matrimonio inminente se muestra feliz.

En 2046, sabemos que también hubo otra mujer importante en la vida de Chow. A través de un flash back, conocemos la amistad y luego el breve romance que Chow tuvo con “la araña negra” -que casualmente también se llama Su Lizhen -(Gong Li), una tahúr profesional que desinteresadamente, en el año de 1963, logra sacarlo de los apuros económicos, en una época difícil en la que había perdido gran cantidad de dinero en el juego. Por corto tiempo esta misteriosa mujer, -que siempre viste de negro-, ayuda y acompaña a Chow; sin embargo, su romance no trasciende ante la negativa de Lizhen de marcharse con él para Hong Kong.

De todos modos, se presentan algunas diferencias entre 2046 y Deseando Amar, no solo en el cambio que tuvo Chow Mo Wan, sino en la manera de narrar, pues 2046 ya no es una película que maneje una sola línea argumental y visual. La ficción que se intercala con la realidad tiene un papel muy importante, porque a través de la imaginación del personaje es que se crea otra estética en la película -una futurista, de androides que tienen relaciones con los humanos-. Este paralelo entre la ficción (2046) y la realidad (1966-69) es un contraste visual fascinante. Igual de sugerentes son las imágenes en blanco y negro para las secuencias documentales que intercala contextualizando la época y momentos importantes de Hong kong.

Pero a la vez, hay un registro idéntico al de In The Mood For Love cuando relata el presente y vemos otra vez esos encuadres en los que los espejos siguen teniendo un rol importante en la composición, igual que el manejo de la cámara lenta y también rápida, las elipsis, el tiempo que se contrae y se expande, en el cual Won Kar Wai se embelesa  jugando con esa relatividad.

Viajando hacia el futuro a través de la noche abismal…

Las historias de ficción que inventaba Chow para 2046 eran básicamente inspiradas en la vida de los inquilinos del hotel, en lo que él vivía, y en sus recuerdos. O sea que la ficción, aunque parezca hablar del futuro, es solo el pretexto de Chow Mo Wan para que sus recuerdos perduren. Las animaciones de la ciudad futurista, cargada de luces fuertes, de una velocidad vertiginosa, llena de edificios sin espacios, donde un tren pasa fugazmente, porque allí se refugian los tripulantes que quieren que sus recuerdos se mantengan intactos, en un espacio y un tiempo impalpable. 

También hay similitudes argumentales: el viaje como sinónimo de escape (en Deseando Amar, Chow decide marcharse a trabajar a Singapur, y en 2046 Bail Ling, huye también de Chow, pues el sufrimiento que le ha causado su ruptura con él la hace irse a Singapur para trabajar en un Nigth Club).

In The Mood For Love y 2046 son más que el pasado y el presente, y aunque solo en el rodaje de Deseando Amar Won kar Wai decide que 2046 sea una continuación, también quiere que ésta no sea “simplemente” una segunda parte, y por eso es que muchas cosas cambian, pero la esencia de retratar los conflictos amorosos de los personajes sigue intacto, porque prima la interioridad, porque sigue profundizando en el alma de sus personajes.

La historia ya ha sido contada antes…

Lo que cuesta decir aquí, es que con la película My Blueberry Nigths (El sabor de la noche), no vemos a Won Kar Wai, en su verdadero universo, parece una historia prestada, como si se hubiera perdido y tratara de implantar lo que ya conoce de un lugar, para proporcionarlo a otro -y no cuadra-. La historia de amor que crea en otro lenguaje, que no es el suyo, se ve malograda, ya que en Estados Unidos, los dramas y las historias románticas del cine comercial parecen iguales, y aunque visualmente podemos ver a un director siempre cuidadoso, con una impecable fotografía, y un ritmo apremiante, no son suficientes en este contexto. 

En esta película existen similitudes con otros films, -como se mencionó anteriormente-, elementos narrativos que son recurrentes: en My Blueberrry Nigths vuelve a tratar el viaje como escape al sufrimiento para sanar heridas de amor, la presencia de varios narradores en off (en este caso dos – sus protagonistas), las elipsis, las ciudades y su frenético movimiento, los personajes con diversos conflictos emocionales. Pero aquí no vemos que estos elementos se logren desarrollar. El sabor de la noche, cuenta la historia de Elizabeth (Norah Jones) que al sufrir una decepción amorosa, conoce a Jeremy (Jude Law), establecen una amistad, más de confidencia y compañía, y en el transcurso de los días (sobre todo las noches), los encuentros para Jeremy se vuelven gratificantes; pero como Elizabeth todavía ama a su exnovio, emprende un largo viaje para reponerse emocionalmente. En este Road Movie (que se muestra más en el desenlace del film – en donde predomina el día), conoce a otros personajes que llevan vidas atormentadas, como Arnie (David Strathairn), un policía de carreteras que, al verse abandonado por su esposa Sue Lynne (Raquel weisz), se entrega al licor. Después del desenlace de la historia de Arnie y Sue Lynne, Elizabeth continúa su viaje y en un casino conoce a Leslie (Natalie Portman) una apostadora profesional, que en una noche le cambia los planes a Elizabeth; aquí empieza el Road Movie – físico-, ya vemos las carreteras, los paisajes, los atardeceres, y el auto en movimiento. En este viaje se desarrolla la historia de Leslie, y luego de 300 días, Elizabeth vuelve a Nueva York, con final feliz incluido. 

En My Blueberry Nigths, se siente que falta más detenimiento en los personajes, no sentimos, -como en otras películas de Won Kar Wai-, esa interioridad que se expresaba mas en gestos que en palabras; pero no es solo por esto, pareciera como si la película estuviera desprovista de algo, y tal vez es que el estilo de Won Kar Wai -por lo menos con esta historia-, no se pudiera consolidar, es como si su propio lenguaje le expresara a gritos que ese no es el camino, que el suyo ya ha sido trazado, y que no lo puede traicionar.

Para poder entender el cine de Won Kar Wai, se hace necesario revisar su obra, allí -en su totalidad-, es que podemos ver a un gran director, a un autor que ha sabido recorrer y descifrar los laberintos del amor.