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Del neorrealismo del 51 a la sátira del 25

Del neorrealismo del 51 a la sátira del 25

Kontinental 25, la más reciente película de Radu Jude, filme que obtuvo el Oso de Plata al Mejor Guion en el pasado Festival Internacional de Cine de Berlín; fue una de las películas que hizo parte de la selección internacional de la 64ª edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena – FICCI.

 

La película era una de las más esperadas por los cinéfilos que asistieron al FICCI, y que fielmente han seguido la filmografía del director rumano.

 

La gran mayoría de los asistentes iban también seducidos por ver una obra que se había rodado con un Iphone; dejando abiertas muchas hipótesis sobre esta elección de parte del director, ya que muchos interpretan esa decisión como un gesto para cuestionar a la llamada industria del cine, al demostrar que se puede hacer un largometraje con un celular.

 

Sea ese o no el objetivo que tenía Jude, también es importante anotar que el director rumano al tener un gran reconocimiento por su trayectoria en el cine, puede desmontar algunos de los lineamientos de la industria, y esto antes de ser un defecto –para la propia industria–, lo convierte en un cineasta recursivo, transgresor y le sirve también de publicidad; pero muy seguramente si un cineasta emergente informa en su aplicación que hizo su película con un celular, difícilmente hubiera tenido la misma acogida en el festival de Berlín o en otros festivales clase A; y esto solo para decir que no todos pueden darse “los mismos lujos”.

Dejando de lado la anécdota de que Jude haya grabado su película con un celular; existen otras motivaciones mucho más interesantes para hablar sobre Kontinental 25, como lo es el que Jude aborde en su película temas de nacionalismo, xenofobia, aporofobia, gentrificación, y crisis económica; todos estos tan vigentes en Europa – y en general en el mundo–, y que están marcando un contexto político global, en el que varios países empiezan a mostrar sus vertientes nacionalistas.

 

La película gira en torno al drama de la alguacil Orsolya (Eszter Tompa), quien debe ir a desalojar  a Ion (Gabriel Spahiu), un hombre sin hogar que ocupa el sótano de un edificio que ha sido vendido para demolerlo y construir allí un lujoso hotel que será llamado Kontinental. Pero la diligencia termina en tragedia, y ahí empieza el verdadero conflicto de la historia.

 

Sin embargo, Jude no opta por presentar el drama central en los primeros minutos de la película, aunque sí da cuenta, desde el inicio, del tono satírico del filme.  

 

El autor nos sumerge en la cotidianidad de Ion, mostrándolo en un parque temático de dinosaurios, mientras recoge la basura del lugar; situación que hará reír a los espectadores por las particularidades de los dinosaurios de este parque, y serán bastantes divertidas las situaciones que el hombre vive de manera desprevenida en ese lugar, y todo esto, por la forma como el director muestra esas réplicas, con sus movimientos robóticos, imitando a los reptiles de la era mesozoica.

 

El tono crítico e irónico estará de principio a fin en la película; y en la llamada presentación de los personajes, Jude nos muestra a Ion en sus recorridos por la ciudad, pidiendo dinero y buscando qué tomar entre la basura; mientras que la gente evita el contacto con Ion, con imágenes en un estilo de documental, en las que se observa la indiferencia de los habitantes de Cluj, Transilvania, ante ese vagabundo.

 

Posteriormente, el giro se presenta cuando la algualcil le dé unos minutos a Ion para que recoja sus pertenencias, y al volver encuentran que el hombre se ha suicidado.

 

Todo el drama se concentra en Orsolya, en la que se crea un trauma moral al sentirse culpable de la muerte del vagabundo, y la película se centrará en ese “trauma”, y el cómo ella trata de incriminarse frente a su jefe, frente a sus amigos y familiares, siendo esto la excusa narrativa para que Jude aborde los temas antes mencionados.

Los diálogos serán dardos en los que el espectador podrá entender cómo el director, por ejemplo, aborda el tema de la gentrificación, y esto inicia con el desalojo a Ion, y en especial en los diálogos iniciales entre Orsolya y el grupo de policías que la acompañan a la diligencia, y que esperan a que pasen los veinte minutos que Ion ha pedido para, supuestamente, empacar sus pertenencias.

 

Otro ejemplo es el cómo Jude expone el tema de la xenofobia, cuando el personaje del estudiante le cuenta a Orsolya, que en su trabajo como mensajero tuvo que pintar el letrero “soy rumano”, en la caja en la que lleva los pedidos; ya que los choferes acostumbran a atropellar a los mensajeros porque en su mayoría son inmigrantes.

 

Kontinental 25 es una película en la que todo recae en el guion. Jude escribe un guion que se centra en la repetición para hacer una crítica social y política a un sistema en el que abunda la indiferencia, y también para dar cuenta de una sociedad que está sumida en ese sistema.

El autor en los diálogos presenta los dilemas que la protagonista sufre, como el sentirse privilegiada en un mundo que no brinda las mismas las oportunidades para todos, y para buscar “su redención”, por ejemplo, termina dando una donación muy alta a través de una amiga que hace servicio social en comunidades muy pobres.

 

El director le hace un homenaje a Roberto Rossellini con Europa 51, no solo por emular el título, sino que hay una semejanza entre ese humanismo del personaje de Irene Girard (Ingrid Bergman) y el de Orsolya; mujeres que buscan expiar unas culpas de la sociedad y del sistema, que ellas han asumido como propias.

 

El guion está lleno de detalles en los que Jude, a través de las conversaciones entre Orsolya y los demás personajes, presenta una sátira a una sociedad que no ha podido resolver ni la inequidad, ni algo tan sencillo como lo es la falta de empatía.